domingo, 4 de marzo de 2012

Él...


En aquel espacio gobernado por el silencio permanecía callado, como ausente… mientras, yo le observaba con picardía luchando por disimular el amor tan grande que sentía, esperaba que él lo confundiera con admiración, pero su experiencia y su sabiduría me habían puesto al descubierto…
… jamás creí que pudiera existir figura tan perfecta, tan diferente a la visión ofrecida por la publicidad mundana, mis ojos al fin descubrían el arte de la naturaleza reunido en un ser equilibrado interior y exteriormente… sin duda era perfecto… desconocía el motivo por el cual Dios había permitido que un ángel pisara esta tierra tan llena de inmundicia… pero ahí estaba él, rompiendo toda clase de razonamiento… existía y yo… yo le tenía ante mi…
tras esa cortina casual se escondía el más perfecto de los seres, no necesitaba galas ni buen perfume, ni siquiera gafas o zapatos de marca, su sola presencia inundaba de sueños mi cabeza, hacia convertirme en artista tan solo para agregarle eternidad a su figura…
… tan distinto a los demás… culto, diplomático, tranquilo y solitario, dulce y apasionado, utópico en un mundo como el mío hasta que le conocí… Entonces entendí que había sido presa de su encanto, pero lejos de sentirme desdichada, había descubierto que le adoraba…

Pasaba tan rápido el tiempo con su presencia, vamos que odiaba el reloj,  parecía que los segundos corrían con prisa sumiéndome en el momento más triste del día… su partida…
Sin saberlo, se iba desarrollando en mí la más dulce de las adicciones… comencé a desear con ímpetu el momento de su llegada, mis actividades se fueron resumiendo en la espera diaria para verle… hasta llegar al punto en el cual mis pies se guiaban solos hacia el umbral de la puerta para esperar que a lo lejos apareciera su silueta… con la  misma facha cotidiana… esa que envolvía a mis ojos en un frenesí de emociones.

Debía estar loca para pensar que un hombre como él podría fijar sus ojos en mí, yo, tan lejos de igualarle en sabiduría y qué decir de experiencia… tenía que conformarme con soñar, guardar mis sentimientos en lo profundo de mi corazón ardiente de deseo por poseerle.
Quién diría que las casualidades, el tiempo y la monotonía nos darían la oportunidad de congeniar en un universo paralelo…

A pesar de que mil veces lo imagine, no lo esperaba… y sucedió. Mi locura se transformo en cordura y mis sueños en realidades, ese hombre tan dulce y sincero fijo sus ojos en mí sin explicación ni motivo.
 El amor y  lo que creía conocer sobre él dieron el más radical de los cambios, jamás  imagine que existiera un sentimiento capaz de llevarme a los dos extremos del mundo en un segundo y dejarme en pie para volverlo a hacer, era todo fantástico, ni siquiera un sueño había logrado ser tan perfecto como lo era en ese momento mi realidad… lo cierto era que, sin darme cuenta, estaba viviendo la más dulce de las fantasías… y que como todo… algún día tendría que acabar.

Jamás fui la más popular ni la más bonita, muy por el contrario, destacaba tan solo por mis notas y lejos de relacionarme con mi entorno, disfrutaba refugiarme en los libros de la biblioteca para empaparme de fantasías imaginarias que me ayudaban a sobrellevar la monotonía. La relación con mis padres siempre ha sido buena y muy solida, de tal manera que a pesar de ser retraída, siempre goce de una seguridad increíble, misma que me permitía  destacar no solo por mis notas, sino por mi gran capacidad para hablar en público y por supuesto, para algo más interesante que eso… relacionarme con el sexo opuesto.
Ciertamente fui educada con las más estrictas normas de comportamiento y los tabúes tradicionales mexicanos, por lo cual gozaba más de la amistad de los hombres a mí alrededor que de relaciones amorosas. Llegue a tener grandes amigos, a todos ellos aun les recuerdo y por supuesto que les guardo un cariño especial. Algunos de mi edad, pero la mayoría más grandes que yo, por los cuales tenía mayor inclinación ya que de ellos siempre había más que aprender… más que escuchar…

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