jueves, 7 de marzo de 2013

Frente a la mesa de Divorcios...


Una vida y mil más no servirán para olvidarlo, ¿Cómo puede creer que es tan fácil despertar un día y volver a sonreír como si nada hubiera pasado? Me temo que no es consciente, ni del amor que le tengo, ni de que es la razón de todo lo que hago. Estoy destinada a morir en silencio, presa de su falta de consideración.
No lo niego, estoy por voluntad encadenada al sabor de sus besos. Soy la fusión de sus brazos con mi cuerpo, solo en él encuentro esa paz que busca cada fibra que me conforma, que ansia cada momento que el destino me regala a su lado. Pero mi manía arde oculta bajo el orgullo que refleja mi semblante. No pienso ceder por temor a dar un paso en falso, ¿Mostrarme vulnerable? Eso lo tengo totalmente prohibido. ¿Quién es él para derrumbar mi fortaleza? Soy un pilar de emociones encarceladas, un espejo que refleja lo que el mundo quiere ver en mí. No puedo romperme, ¡Jamás!
Soy, estoy, voy… Yo, yo, yo… ¿Y quién soy? ¿Quién, si no puedo dejarme llevar? Es cierto. Me desconozco un poco. Los años han pasado y la coraza de mis emociones se ha debilitado, pero los recuerdos mantienen viva su estructura. Lo amo, pero a partir de ahora lo haré en silencio.


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¡Vaya, hemos llegado a esto y no veo su disposición a ceder! No me ama y jamás lo hará. No soy el mismo. Hoy he llegado un paso más lejos con esta decisión y no puedo mirar hacia atrás, a menos que ella me lo pida. Observo sus ojos, tan dulces y sombríos a la vez. Me pregunto si será consciente de cuanto le amo, si habrá alguien más, si podrá darle el calor que ella requiere para arder en pasión, el sabor de aquellos besos que tanto disfrutábamos… Me pregunto quién será.  
Sé perfectamente que no desea firmar esos papeles, los movimientos fluctuantes que hace con el bolígrafo la delatan… ¡Mierda, lo sé! ¡Cuánto deseo tomarla en mis brazos, llevarla a casa y hacerle el amor…! ¡Estoy jodidamente enamorado de ella!  Maldición… termina con esto.

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