¿Por qué argumentas que ha llegado la vejez,
si eso lo determina tu alma, y no tu cuerpo?
Bajo aquello que se tiñe con las manchas del tiempo,
Aun existe el hombre que añora salir a mi encuentro.
Pero tú lo privas, creando desiertos sin versos,
despedidas que matan y fríos tormentos…
La cálida sonrisa que se asoma en tus labios
sigue siendo la misma que hace años,
pero eres tú quien la
evita entre engaños,
para privar mis ojos de tus encantos.
Mi amor se interpreta como profano,
sumido en fundamentos mundanos,
pero mi corazón dicta en su centro
que el amor que en mi nace, es sagrado.
Te amaré en
el silencio de mis versos,
como dulce agonía de placeres necios...
Amor o capricho opacado por el tiempo
que mide la distancia entre nuestros cuerpos.