Al compas de mi silencio
danzan mis deseos,
Y me limito de nuevo
al placer de contenerlos,
mientras provoco revuelo
en tus versos misioneros.
Mil voces como ausentes
tatuadas en el tiempo
dibujan nuestro cielo.
En el horizonte bermejo
me pierdo…
Contemplando con desvelo,
la alborada de destellos
que realzan la mañana.
Belleza iluminada,
convierte mis días
en plenas fantasías
que borren la distancia.
Llevadera agonía,
mesurada desconfianza,
que al final es una vía
para conquistar tu alma.
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