domingo, 28 de julio de 2013

Un fragmento sin contexto que se me ocurrió un día...

En mis ojos prevalece  la silueta de aquella mujer desnuda. Mis pupilas se dilatan, desvaneciendo la oscuridad con el brillo sensual de su piel. La deseo con tanto ahínco, que mis pasos delirantes se van aproximando lentamente a ella. Inicio una dulce caricia que recorre su rostro, para después, continuar hacia su cuello.  Intento dominar mis impulsos mientras mis manos descienden hacia sus senos turgentes, exhalando el placer contenido en mi interior. Aproximo mis dedos temerosos a sus rosadas terminaciones, pero me detengo para centrarme por un instante en sus ojos. La diosa de mis anhelos me devuelve una mirada lasciva, cediendo al juego. Continúo explorándola con total fascinación. Siento el calor de su éxtasis. La rigidez de sus deliciosas terminaciones arde entre mis dedos mientras deja escapar un gemido de placer. Comienzo a sentir cómo aquel corto trayecto abulta las ganas contenidas en mi interior. 

Continúan mis manos hacia su abdomen. El roce sobre la silueta de su cintura finaliza en sus caderas. Siento una lujuria incontenible, pero continúo con moderada tranquilidad el descenso. Las curvas dispuestas sobre su cuerpo me invitan a seguir sobre su piel, una línea que finaliza entre sus piernas. Llego al sitio más cálido de su cuerpo y percibo su humedad. Algo me contrae de placer. El roce de mi sexo con la tela anuncia mi creciente deseo.

Introduzco mis dedos suavemente en su interior, buscando extraer el fruto de su excitación. Ella corresponde mis movimientos con la danza tempestuosa de sus caderas. Percibo una lujuria descontrolada que arquea su cuerpo de pies a cabeza. Incremento el ritmo que la invade, prisionero del placer que me provoca su estado. Intento contenerme pero mis manos toman el control, abandonando su cuerpo para pasar al mío, bajar el cierre de mi pantalón  y retomar su cintura. Una inminente erección posa frente a las puertas de su cielo, me traiciona y se introduce en ella,  provocándome un frenesí de sensaciones fulminantes. Imparable, me balanceo tempestuoso contra su cuerpo arrebatando ahogados gritos de placer. Intento moderarme, pero su cuerpo me pide más. Aumento el ritmo de mis impulsos mientras exhalo agresivos gemidos entrecortados. Comienzo a sentir como brota de su cuerpo, un mar ardiente de placeres incitantes. El roce de su piel me invita a continuar el movimiento de  sus caderas, buscando la total sincronía de nuestra unión sexual. Mientras observo cómo se revuelca de placer, mi piel se eriza y mis poros se abren, sintiendo como cada fibra nerviosa de mi cuerpo responde, haciéndome correr en medio de un torrente de sensaciones imparables.


Caemos rendidos sobre la alfombra, agitados. La tomo entre mis brazos y la aproximo dulcemente a mi pecho.  Su dócil cuerpo cede entre suspiros de cansancio, esperando que aquel momento se vuelva eterno. De sus labios se desprende un tierno beso que llega a los míos, agradeciendo amanecer conmigo un día más...

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