Me abandonaste en la frontera de la realidad para
elevarte hacia un verso marchito, el caos divino de la mentira disfrazada de
sentimiento, que en el fondo escondía una soledad acompasada al miedo, a la entrega total.
Me resigne a ver como la lejanía se hacía
mayor entre nosotros. Tú, tras aquel sueño sobre las nubes y yo, tan aferrada a
las raíces de mi suelo. Paso el tiempo y con él, la madurez se ocupo de hacer
crecer mis ideales y florecer mis metas. Alcance el cielo con los pies
plantados sobre la tierra y pude respirar la grandeza de la felicidad, te
busque con mis ojos y no te encontré. Entonces vi hacia abajo y estabas ahí,
desprovisto de tus alas. Intente inclinarme hacia ti pero el tallo que me sostenía
era tan fuerte, que no me permitió volver al suelo.
¡Guauuu! que profundidad en esta prosa.
ResponderEliminarExcelente!!
Un abrazo.